
Ellos no temen
al Ser
que asolan
a cada sol
osados
solo apuran
la hora
que se acaba
aprisa
es su fatal legado
su cruel lascivia
ínfimas vidas
que sin cesar
buscarán
su descanso
y están ahí
sin alma
siguen ahí
sentados
en sus sillones
rojos
de nuestra luz
que sangra
miran arder
la razón
su odio
miran perder
un mundo
que nunca
ha sido otro
que el del Ser
que matan
y que desean
suyo
hoy clamará
esta voz
nuestra casa
nuestra semilla
y el fruto
que apagará
la llama
de esta pasión
perdida
de este sin fin
de luto
hoy tomaré
nuestras manos
que vivan.
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