Sobre “…y las puertas del viento” de Rey Larva
Este libro es –según su propio autor- una especie de tres pequeños libritos en uno: “y las puertas del viento” / “zaino mundano” / “yendo a hoy”. Apenas cuarenta páginas que se leen de un tirón. Entonces, lo terminás de leer y lo dejás sobre la mesa de luz. Encendés un cigarrillo y vas por un vaso de jugo. Exhalás el humo y suspirás. Volvés a observar la portada del libro y te preguntás: ¿Cómo es posible que se haya terminado tan rápido? Y es en ese momento, precisamente en ese instante, cuando caés en la cuenta de que aún estás leyendo el libro, ya sin leerlo; aunque nunca más vuelvas a abrirlo… lo vas a seguir leyendo.
La poesía del Rey Larva es sencilla y poderosa (poderosamente sencilla) y se vale de palabras tan amplias que una sola de ellas puede ser tema para otro libro aparte. Allí, en sus poemas, aparecen el ser, la divinidad, el amor, el alma, el ardor, la calma, la llama y el cielo eterno, el infinito, el corazón y la sangre, el milagro y la brisa, la verdad y el destino; entre tantas otras con las que ha contado la poesía en el sentido más clásico y pretencioso del género, poblándola así de lugares comunes y odas vacías y cantos sagrados e inalcanzables que se alejan de tu experiencia y de tu vida. Pero esto no es lo que sucede cuando leés a Rey Larva ¿entonces cómo es posible? volvés a preguntarte cuando escuchás al autor cantarte, obligándote a redefinir aquello que es demasiado abstracto para sentirlo o pensarlo, tan lejano e inmenso para abrazarlo, tan general y subjetivo como el cielo que tenés sobre tu cabeza cada día. Rey Larva te hace tocar la magia sin develarte el truco y aunque exijas saberlo a gritos, la verdadera respuesta sólo puede estar dentro tuyo y es tu trabajo acercarte a ella.
“…y caminás el cielo / hasta el sol que muere / hoy te pregunto / ¿Adónde estás yendo?...”
Y quizá ahora no sepas qué contestarte, mientras la poesía del Rey Larva sigue encendida dentro tuyo.

Sebastián Pablo Lastra