
cuanto pensé anteayer sobre el hombre,
por mi amigo Santi,
que discutía por goce,
nuestro orígen natio,
que no lo veo de un mono yanqui,
sino en verdad, de algún hoy planetario.
siempre sentí este don de la vida,
en mi interior, el alma,
y pude ver aprisa,
que este andar dorado,
no es de aquí la pacha,
sino de allí, de un cielo, sus astros.
y divagué en su luz de estrellas,
por un lugar que no es tanto,
por su soñar de metas,
por su soñar en celo,
y deliré en cantos,
hasta caer, sin saber lo eterno.
y al fin mi ser llamó a otra puerta,
en donde vive quien busco,
en donde está mi omega,
y en verdad te digo,
que santo rey me tuvo,
y más sentí que mi hogar es el cielo.
cuanto pensé este orígen sagrado,
y lo soñé tan lejos,
hasta negar por vano,
que este pasar sea oro,
sí, así creí lo eterno,
así creí un mirar, sin odio.
si lo creí y calé el destino,
ese que nadie toca,
ese que es atino,
en una noche blanca,
y su ardor que roza,
a este amor, este ser, esta raza.
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