LOS SERES ELEMENTALES
Había
llovido mientras dormía esa noche y estaba amaneciendo… en la casa de Los Sauces,
a 8 km de San Marcos,
no hay gas, no hay electricidad y el agua hay que comprarla… cuando me levanto
y veo que había llovido, me dije - hoy no comemos… ni yo ni los animales - no
había juntado leña antes de que llueva y no iba a poder cocinar…
Cuando íbamos
al pueblo la mayoría quedábamos de carrete un par de días, seguro… y eso había
pasado, lxs pibxs habían quedado allá después de una konga… aunque podría estar
pasando lo que podía siempre pasar, hacía un tiempito que había cambiado el
estilo… me estaba curando con calorcito del cielo, y sinceramente, no quería
descontrolar tanto natural que sentía… estaba con Domingo, Tinto y Ceniza…
nadie más… los perros y el gato… Domingo estaba tirado al lado mío… Tinto
corriendo a Collar de Uva… una perrita que vive desterrada de la casa porque el
Tinto la corre, ella tuvo sus crías en una de las carpas donde se dormía antes de
terminar la casita de adobe… nunca más se fue, intenta llegar por comida hasta
la casa, pero el Tinto la corre por el monte… y Ceniza, el gato, siempre trepado
a los árboles partiendo lagartijas, dándose banquete… además estaban los
libros… hermosa compañía tenía… la verdad es que el monte es ideal para la lectura,
podés leer hasta uno por día… lo cierto es que, rescatándome de tanto río, luna
y vino, estar ahí era el paraíso… después de los tres días preso por aquélla
birra en la calle, si, tres días, porque en Córdoba existe el código de faltas,
y más allá de la lucha que hay para hacer caducar ese código, por el poder de
la bosta que le dá a la poli y lo que significa ese poder… más allá de todo, se
nota que no piensan sacarla… así que después de esa mala jugada, me puse pillo
y no scabié más… y con Tami, mi hija… esos últimos 15 días que se quedó, la
pasamos como nunca lo habíamos hecho… Me imaginaba
como la había pasado con el viejardo en cana… nos fuimos de una al Quilpo rock
y allá quedamos cuatro días acampando… hija y padre en una carpita al lado del
río… que bien nos hizo… desde los 6 o 7 había dejado de ser la beba del pa… había dejado de pedirme que
le lea cuentos… que juguemos… que pintemos… que bailemos… que cantemos… o sea, se
había ido el hechizo de encontrarnos en esta vida y se puso a andar por los
caminos, como todxs… ella siempre me abrazaba… me daba besos… era muy cariñosa…
era… porque eso había cambiado… entonces, esos días allá en el río… esos días
jiopos, nos trajo todo de vuelta… haciendo dedo juntxs… riéndonos de cada
cosita por más pequeñita que fuese… estábamos en un sueño otra vez… nos habíamos
encontrado eguein… el otro día le aconsejé a un amigo con una hija adolescente
que hiciése lo mismo… le pasaba que también se le había ido por la vida y no
sabía que hacer… lo único y mejor es pegarse un viaje… pero de esos sin yopin…
sin glamour… cuanto más naturales y pachamameros mejor… próximo viaje Machu Pichu…
a pedirle al universo nomás…
La cuestión
era que Tami se había vuelto a Baires hacía un tiempo ya y yo me había ido para
el monte…
Estaba
pensando que no íbamos a comer por la desazón de la leña húmeda… aunque no sé
si no hubiese llovido si igual habría cocinado… la verdad es que es medio
fatigoso primero ir a buscar agua a la cisterna con los bidones de 5, 10 y 25 lts. en la carretilla… la
costumbre era cargar 4 o 5 y que queden para el día, y hasta que duren… después hacer el
fuego… y claro, ir viendo todo el tiempo que no se apague… darle aire con el
inflador del colchón inflable pinchado cada tanto… esperar a que se cocine lo
que estás cocinando… o sea… tardas casi media mañana en hacer un par de
chapatis (pan indio) que después vas
a lastrar en minutos… tan diferente a desayunar en la ciudad… de la heladera…
con la hornallita, o el microondas… fai minits
i un ti… en realidad siempre en el rancho tenía que haber frutas, galletas y
leche en polvo por ese asunto… no había…
Domingo
dormitaba adentro de la casita de adobe, y yo medio como que también, en el
asiento de un Citröen, que cuando no anduvo más se desarmó y se usó cada parte para
la vida cotidiana de la casa… lo que pasa es que el mambo del monte es como un
letargo… y te hacés del silencio, la pacha, natura… algo así como estar ido en
un sintiempo… la bohéme que le dicen… el otro día me enteré que fue una mujer
que la inventó…. la bohemia… y si, es lo único que hacés, sino te ponés a construír,
o a pisar barro, buscar madera y demás… tal vez, si te pinta, le sacas las
garrapatas a los perros… que sé yo… siempre en realidad te llevas solito por
los cielos de la verdadera aventura que es sentir libre…
Había
encontrado un libro entre los tantos que hay en lo de Raymond, se llamaba Conversaciones
con los seres elementales… la radio no tenía muchas pilas y no
enganchaba la estación que pasaba reggae toda la mañana, así que me puse a leerlo
sin ritual… mientras, la idea que no íbamos a comer me ponía medio mal… no por
mí, sino por los animales… ellos dependen de nosotrxs… me sentía malo y traidor…
Conversaciones con los seres
elementales trata de
una entrevista que le hace un periodista a los seres elementales de la
naturaleza y lo eterno, lo hace a través de una médium alemana que vive en un
molino en un bosque… seres del agua, del fuego, de la madera, de los metales,
seres perpetuos… estamos rodeadxs, pero obviamente no los vemos, y cuanta
costosa pérdida… el verdadero conocimiento de esta existencia… las respuestas de
nuestros días, a nuestro errorismo… ellxs… dando su opinión sobre la humanidad,
como nos ven desde nuestro propio confín de lo absurdo, para una nota de una
revista que terminó siendo un libro… lo cierto es que son reales lxs seres
elementales y también lxs médiums que pueden hacer contacto… no poder no creer…
Mientras iba
leyendo me iba atrapando solo, cada vez más, en una inmensidad, una verdad que me
hacía… no por las preguntas del periodista ni la habilidad de la médium… sino
por lo que contestaban lxs seres… cuanto real… nuestra esencia… sugiero buscar
el texto… por tanto que me había enganchado empecé a sentir una vibración
extraña en mi cuerpo y alrededor… pudo haber sido sugestión, pero me estaba
pasando… la música de la vida… sentir la conjunción con lo que late de alguna u
otra manera… todo estaba ahí… cada criatura del monte… cada sonido… y también
lo que no veía, pero podía percibir… entes… espectros en el linde con lo
desconocido… me daba un no sé que… medio como que me había agarrado un poco el
miedo, reconozco… Domingo dormitaba sí… mis pensamientos eran sólo hechizo…
encantamiento… me estaba disolviendo en un todo, manso, hasta universal… todo un
sagrado momento en el que el rope se levantó y sin titubéo me dijo hola… ¿?...
fue fémina voz… tal vez una musa lo posesionó… pasó el can por al lado mío y
recostándose, esta vez a mi lado, esgruñó algo así como dános de comer… no
debieron haber sido ni dos segundos, que ya había cargado los bidones y estaba
yendo a buscar el agua para cocinar… con leña húmeda…
1 comentario:
Muy buen relato, Santos. No he tenido el placer de degustar ninguno de tus "guerreros" pero con esta prosa ya mismo lo incluyo entre mis títulos pendientes. A la espera de que el camino nos cruce, un abrazo.
Publicar un comentario